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ochenta y uno.
Pero para que dos personas se quieran realmente, tiene que haber un acto de voluntad, una decisión, y esas dos personas tienen que vivir esa decisión todos los días, incluso cuando hay problemas, y te apetezca rendirte. Hay que aferrarse a esa decisión, a esa elección de quererse aunque ya solo penda de un hilo.
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